viernes, 28 de diciembre de 2012

Que no hacer de pues de flamante pasion

“Amaos los unos sobre los otros” decía Woody Allen. No hay mejor retratista de la cama que el director estadounidense con su agudeza de diálogos pre y post coitales, con la hilaridad de las situaciones más disparatadas. Creo que fue el primero en ponerse guantes de cocina en la cama (o bueno, puede que no). Con Woody, en definitiva, aparecen retratadas gran parte de esas conductas neurasténicas, infantiles o torpes tras el sexo. En GQ te ayudamos a diagnosticar alguna de ellas para que sepas lo que radicalmente no debes hacer o decir en esos instantes de luminiscencia poscoital: 

1. Comparar 

En el mismo instante en el que salga de tu boca esa comparación con otra experiencia anterior, con otra pareja anterior, en definitiva con OTRA chica, asistirás ante tus propios ojos a la mismísima crónica del bigbang, el desencadenante del apocalípsis, la profecía de los mayas. Un cabreo superior a la prima de riesgo.

2. Pedir perdón 

Sea cual sea tu motivo: no lo hagas.

3. Loas con los compañeros de piso 

Las paredes de los edificios suelen ser finas y nuestro oído superdotado. Chocar los cinco con tu compañero por el pasillo como si formases parte del reparto de 'Colega dónde está mi coche' quizá no le guste. Y evita la danza de la victoria. Puede parecer que no has tenido sexo en bastante tiempo.

4. Whatsappear con otra nada más terminar 

Ella mirará de reojo tu móvil y verá que la conversación es con una tal Raquel. Da igual que sea tu casera, pensará que es tu ligue. Incluso meterte compulsivamente en Twitter, Facebook, Line o cualesquiera que sea la red social. La comunicación no debe estar ahí, está justo a tu lado. Si quieres ver tus notificaciones espera a la visita al baño de rigor (todos los hacemos). Si coges el móvil para meterte en gq.com ya es otra historia. 

5. Pedir puntuación 

“Bueno, no ha estado nada mal, ¿Eh? Esto debe de ser un 8 por lo menos”. Hay algo peor que pedir puntuación. Compartir el nombre propio con el que denominas a tu pene a las primeras de cambio: “Yo diría que el soldadito ha estado de 10 hoy, ¿eh?".

6. Dormir 

Vamos a ser claros: no hay nada mejor que dormir tras el sexo. Pero a las chicas nos gusta un poco de interacción y contacto, aunque sea parcial, inmediatamente después. A todas. Un abracito sutil, unas caricias por la espalda, un ligero toqueteo con el pie izquierdo, una mano posada sobre su espalda, algunas caricias en su pelo. Algo. No te gires y le des la espalda ipso facto. Otórgale esos minutos. 

7. Comportamiento octopus 

Vamos, lo opuesto a dormir. Que una cosa es una abracito y otra muy diferente es intentar conseguir la fusión nuclear con su cuerpo. O alcanzar la total pastelosidad con frases sensibleras del estilo “eres muy especial”, “tengo a una princesa en mi palacio”. El casting para letrista de Álex Ubago es en otro sitio.

8. Comunicación en exceso 

Lo que se conoce como el momento Ryanair. Esa retahíla de perfumes, cigarrillos de vapor, rasca y gana, comida o bebida por megafonía; esas parrafadas de las azafatas en la angustiosa duermevela siendo plenamente consciente de que no vas a poder dormir jamás. Está bien hablar (ver punto 6) pero todo en su justa medida. 

9. Dejar que las pruebas se fosilicen 

A la mañana siguiente sigue ahí, en la misma posición, encogido. El trofeo, el botín, la prueba. Puede que para ti su presencia sea agradable, hasta meritoria. Pero ella se fijará. Recoge ese condón del suelo.

10. Preguntarle cómo se llama

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