El
maniqueísmo fue una de las religiones más extendidas del mundo en torno
al siglo IV. Fue la primera religión existente en presentar el dualismo
y defender como principal pilar de su creencia el gnosticísmo. Más allá
de profesar una fe ciega o el luchar para imponer una religión, el
maniqueísmo solamente exigía el conocimiento, el aprendizaje y la
educación para poder alcanzar la salvación.
I: Mani, fundador del maniqueísmo
Fue
fundada en torno al 240 por Mani. Nacido en una familia judía en el
Imperio Parto (actual Irán), con 25 años tuvo la revelación y decidió
difundir su nueva doctrina y creencias. Defendía la existencia de un
único Dios, pero yendo más allá que el monoteísmo que ha perdurado hasta
el día de hoy, Mani dijo que todos los grandes pensadores de la
historia, tales como Noé, Abraham, Nikotheos, Henoc, Zoroastro, Hermes,
Platón, Buda o Jesús, habían sido profetas de un mismo Dios, cuyo fin en
la tierra fue difundir el conocimiento. Del mismo modo se consideró a
sí mismo como el Sello de los Profetas, el último de los mandados por
Dios.
En
vida difundió su doctrina en Siria, Palestina, Persia y Egipto. El
emperador Sapor I del Imperio sasánida y el rey Ormuz I de Armenia
fueron de sus principales discípulos, lo que ayudó a extender la
religión entre la alta nobleza, consiguiendo de este modo su rápida
expansión. El maniqueísmo llegó a China y al Imperio romano a finales
del siglo III, apareciendo los primeros monasterios en Roma a comienzos
del siglo IV.
La
expansión del maniqueísmo es una de las más rápida de la historia de
las religiones, consiguiendo en apenas 200 años ser una de las más
extendidas del mundo. Para entonces los zoroastristas en el Imperio
persa, y los cristianos en el imperio romano comenzaron a ver a esta
religión como una gran amenaza, y las grandes presiones de ambos grupos
provocaron fuertes persecuciones a lo largo del siglo IV.
El
punto cumbre de estas persecuciones llegó con el decreto de 382 del
emperador romano Teodosio I, que declaraba la pena de muerte a todos los
maniqueístas, nueve años antes de que se declarase el cristianismo como
única religión del imperio. Esto, unido a las persecuciones dentro del
imperio persa, relegó al maniqueísmo al extremo oriente.
La
religión perduró durante varios años más, fundamentalmente gracias al
pueblo Uigur, que durante los siglos VIII y IX declaró al maniqueísmo
como religión de su khanato. Tras su derrota a finales del siglo IX a
manos de los kirguises, los uigures que emigraron al extremo oriente
mantuvieron la religión, viéndose extinta definitivamente con el final
de la dinastía china Ming a mediados del siglo XVII.
III: Khanato de Uigur
Su
defensa de la no violencia, libertad de pensamiento y el no luchar para
imponer sus creencias, le hizo ser la religión más perseguida de la
historia.
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