Heidi Hankins tiene mucho de niña de cuatro años normal: le gustan las Barbies, los Legos y dormir con un libro en la cama. Pero, por otro lado, Heidi tiene muy poco de normal: tiene un cociente intelectual de 159, solo un punto por debajo de Albert Einstein o Stephen Hawkins, y varios puntos por encima de la media de 100 que tienen la mayoría de las personas.
Hacía tiempo que su padre, Matthew Hankins, sospechaba que su hija era más inteligente que el resto. Al fin y al cabo, a los 14 meses ya estaba dibujando princesas y animales. A los 18 meses, se enseñó a sí misma a leer usando un ordenador. "Siempre pensamos que era muy lista porque empezó a leer muy pronto", ha confesado este cabeza de familia británico de 46 años, profesor de la Universidad de Southampton. "Y ya que yo estoy especializado en medir el cociente intelectual de los niños, me entró la curiosidad con ella. Resultó que rompía todos los esquemas".
Así que ahora, a la pequeñita Heidi le espera un futuro supuestamente brillante: ha sido admitida en Mensa, una organización británica que solo admite a gente con una inteligencia presente en solo el 2% de la población. Dentro de poco, esta niña de Winchester (Reino Unido) estará pasando de los Legos a primera hora a la teoría de la relatividad después del recreo. Podrá jugar con el famoso Oscar Wrigly, un chaval que ahora tiene su edad, pero que hace dos años se convirtió en la persona más joven en ingresar en Mensa con un cociente de 160.
Lo que también tendrá que hacer es trabajar duro: no por ser inteligente la vida es más fácil. "Lo que tenemos que entender es que Heidi puede ser excepcionalmente brillante en una dimensión, pero luego ser perfectamente normal en otras, como el desarrollo social o emocional", explica Scott Barry Kauffman, un psicólogo cognitivo estadounidense. "Convertirse en un genio es mucho más que tener un rasgo. Es necesaria la unión de muchos factores: la motivación, la imaginación, la oportunidad, la perseverancia y la suerte". No en vano, entre las ilustres figuras que se han educado en Mensa encontramos a Geena Davis, una de las actrices de Hollywood que más fracasos ha encadenado en la taquilla, y a la estrella de porno Asia Carrera.
De todas formas, la inteligencia tiene la curiosa cualidad de subir y bajar según el país en el que se nazca. Los test de inteligencia difieren de un país a otro y resulta prácticamente imposible comparar sus resultados. En Estados Unidos, por ejemplo, las pruebas de puntuación llegan a nombrar un cociente de 190 o más, mientras que en Alemania se detienen en 150. Hace poco, de hecho, en Estados Unidos se detectaron cocientes de 220. Habría que poner a esos chicos a jugar con Heidi y Oscar para ver si ése es de verdad el caso.
Dra.Carolina Garcia
Dra.Carolina Garcia
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